sábado, 21 de septiembre de 2013

Y sigue llorando...

Mi hijo sigue llorando cuando le dejo en el “Pequecas” (la escuela infantil de primer ciclo del colegio) y esto a casi todas las madres nos desconsuela un poco.
Lloran porque van madurando en su dimensión afectiva y distinguen a las personas conocidas de las que no lo son tanto. Ellos no tienen noción temporal: para ellos cualquier separación es larga, pero el llanto se les pasa pronto porque ellos son muy generosos en emociones y enseguida se apegan a sus profesoras. Ellas también les dan cariño, sonrisas y juegos. Si tienen hambre, comida, y si están sucios, les limpian, les cambian el pañal… Ellos aprenden pronto que están en buenas manos. Sólo es cuestión de tiempo.
Trucos para hacerlo más fácil

·         Pensar siempre en positivo: nuestros hijos están en el mejor lugar donde podrían estar, si no, hubiéramos elegido otro colegio
·         Despedirse rápida y cariñosamente: Darle un beso, decirle una palabra cariñosa y despedirnos de la profesara también afectuosamente, que ellos vean que es una persona muy importante para nosotros. Todo esto casi tan rápido como lo cuento.
·         Son esponjas de nuestras emociones: Si estamos nerviosos ellos también lo estarán, si estamos triste o nos ven llorar ellos también lo harán.
·         Recoger al niño siempre a la misma hora: las rutinas les dan seguridad afectiva, y seguir los mismos pasos, darle un beso, decir una palabra cariñosa y despedirnos de la profesora también cariñosamente.
·         Confiar: Todas las personas que cuidan de nuestros hijos también los quieren y se preocupan por ellos.
Y, de repente… vuelven a llorar
Puede que lleven muchos días sin llorar y de nuevo comienzan a hacerlo. No hay que preocuparse, puede deberse a muchos factores; que estén enfermando, que lleven varios días sin ir a la guarde, que tengan un mal día (ellos también los tienen), pronto se les pasará.

1 comentario:

  1. Me parecen muy acertados tus consejos,aunque a veces cueste seguirlos porque a las madres nos da pena. Pero es verdad que, a la larga, son por el bien de nuestros hijos y si los seguimos crecerán sanos y fuertes.

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