domingo, 24 de noviembre de 2013

Niños movidos

En los últimos días, varias personas me habéis preguntado si es verdad que, de un tiempo a esta parte, hay más niños con problemas de concentración. Esta entrada, como su título indica, va a hablar de niños «movidos» y no de los trastornos de hiperactividad o de déficit de atención que lo dejo para otra ocasión.
Creo que es verdad que esta generación que estamos educando, la estamos haciendo especialmente inquieta y con poca concentración. Varios son los motivos, en mi opinión:

1.       Los padres, vamos acelerados desde que suena el despertador hasta que nos acostamos, y eso lo notan los niños. Ellos quieren ser como nosotros, como ya he dicho otras veces. Somos sus modelos tanto para lo bueno como para lo malo.
2.       Damos muchas órdenes en un solo minuto. Pensemos en las primeras o últimas horas del día: «lávate, quítate el pijama, ponte la ropa, desayuna, ponte el abrigo y la mochila que llegamos tardeeee…». Pero el resto del día tampoco es muy diferente; por la tarde, por ejemplo, también vamos con retraso a las extraescolares, las academias…
3.       Exigimos a nuestros hijos que tengan el mismo ritmo de vida que nosotros los adultos: que desayunen en cinco minutos, que coman en veinte… (algo exagerado ya sé, pero no mucho).
4.       En muchas ocasiones, hacen varias actividades al mismo tiempo: mientras comen ven la tele, mientras van  en el coche meriendan, y así puedo poner otros tantos ejemplos.
5.       No tienen juego libre. Pasan en seguida a tener todo su horario completo con actividades que los adultos les hemos programado.
6.       No cuidamos la hora de irse a dormir y, con frecuencia, acaban de ver la televisión, o nos hemos enfadado con ellos, o vamos con prisa para que se duerman pronto… Con lo que no favorecemos que tengan un buen descanso, porque se duermen con el estrés que les hemos generado.
 
¿Qué cosas podemos hacer?

·         Indicarle las tareas de una en una, y realizarlas de la misma manera («si vemos la tele, vemos la tele; si comemos, comemos…»).

·         No cambiar continuamente de actividades. Según las edades, pueden permanecer concentrados en ella desde quince minutos a una hora.

·         Cuanto más pequeños son, más necesitan de nuestra presencia física. Dediquémosles un ratito.

·         Si les hemos dicho «ahora no, que no tengo tiempo», durante el día tendremos que buscar ese rato para estar con él y hablar de lo que le interesa. Si no lo hacemos, nos interrumpirá continuamente y hará llamadas de atención.

·         Cuidemos que se acuesten en un clima relajado. Evitar antes de dormir las discusiones, la televisión, las tabletas o smartphones, y todo aquello que les sobreestimule. También es importante que duerman las horas suficientes.

No olvidéis que están en la época de mayor aprendizaje de su vida, y que tienen que explorar y experimentar con todo lo que les roda. Eso implica movimiento y estar al aire libre, porque necesitan espacios amplios para moverse.

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