sábado, 9 de noviembre de 2013

Para qué sirven los test

Ya he comenzado las pruebas escolares (test), tanto en Primaria como en Infantil. Todos  los años me enfrento a la misma pregunta: “y esto ¿para qué sirve?”. Tal como yo entiendo la Psicología educativa, las pruebas tienen un carácter fundamentalmente preventivo, y sirven para ir conociendo, sobre todo, las capacidades intelectuales de nuestros hijos, aunque también su grado de desarrollo personal y social. Ningún niño es igual a otro, y se encuentran en la etapa de la vida donde su capacidad de aprendizaje es máxima. Lo que como padres y madres no potenciamos y no cuidamos tiende a perderse. Todos venimos al mundo con una  carga genética diferente, en lo que se refiere a  capacidades cognitivas, de personalidad, de peso,  de color de pelo…

Al final de cada ciclo educativo, tengo un perfil de vuestros hijos sobre la capacidad verbal, el razonamiento, la capacidad numérica, la memoria, la concentración y la capacidad perceptiva. Estos datos nos pueden ayudar a establecer una educación verdaderamente personalizada, que no se realiza sólo dentro del aula, sino en cómo organizamos sus deberes, sus actividades extraescolares, su ocio…
Estamos hablando de vuestros hijos, y toda la información que tengamos de ellos es fundamental. Para obtener esta información hablamos con el pediatra, con los tutores, con los familiares y con nuestros amigos, y lo hacemos porque ellos nos importan y queremos lo mejor para ellos. Mi trabajo es describiros cómo son vuestros hijos con la información que me proporcionan los test, los tutores y, por supuesto, vosotros los padres.
En ocasiones, el rendimiento académico no coincide con los test. Normalmente esto ocurre por el esfuerzo que realizamos con vuestros hijos: vosotros los padres por supuesto, pero, también, todos los profesionales que trabajamos directamente en la formación y desarrollo de vuestros hijos.

Quizá es un error pensar: “como va bien en el colegio, siempre va a ir así”. Pero todos los años me encuentro dificultades donde no lo esperábamos: en el aprendizaje de la lectura, en la resolución de problemas, en la comprensión lectora… Ocurre también que, cuando las capacidades intelectuales son normales, las dificultades académicas pueden ser reflejo de problemas emocionales o familiares.

Nuestra responsabilidad, como padres, es ir potenciando cada una de sus capacidades y, para hacerlo, tenemos que conocer a nuestros hijos. Debemos exigirles en función de su capacidad para que no ocurra dos cosas que todos los padres tememos: la primera, que no sean felices porque no ven recompensado su esfuerzo o porque no se satisfacen sus necesidades intelectuales; la segunda, que no valoren que el esfuerzo y la constancia son los que al final nos llevan al éxito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario