sábado, 30 de noviembre de 2013

«Porque yo lo valgo»

La verdad es que estas semanas me están dando muchos motivos para pensar, con las opiniones y comentarios que me hacéis padres, profesores y, también, vuestros hijos.

Durante estos últimos días he estado evaluando a los niños de Primaria, y los comentarios que me han hecho son tan espontáneos y únicos, como lo son los niños a estas edades.

Algunos pensaban que salían del aula para hacer la prueba (test o examen, según como lo llaman ellos) o porque tenían alguna dificultad, o porque eran los más listos de la clase. Yo siempre les digo que tienen que tomarse tan en serio estos ejercicios como si fueran un examen, pero que no lo es, porque sino lo hubieran preparado con papá o con mamá. Pero que, estos ejercicios que vais a hacer, sirven para ver cómo pensáis, porque a algunos se os da muy bien las matemáticas, a otros la lengua, a otros dibujar y a otros todo (siempre he tenido a algún niño que me ha dicho que se le daba bien todo).

Su otra preocupación era conocer si está nota la iban a saber los padres y, si suspendían, que iba a pasar. Les digo que, como no son notas, no se preocupen si suspenden y que, si algo  les sale un poquito peor, lo que hacemos los padres es ver cómo podemos ayudarles para que sean buenos en todo.

Pero también, durante esta semana, mi hija me ha sorprendido diciéndome por que letra de la cartilla iban sus amigos, y sé que ninguno de los tutores de 5 años fomenta la comparación. Está claro que ellos se comparan, aunque ninguna de las personas encargadas de su educación lo hagamos. Compararse siempre tiene un lado negativo: si soy «el mejor» puedo mirar con superioridad a los demás y no apreciar que lo que a mí no me cuesta trabajo conseguir, para otros si lo es. Si por el contrario soy «el peor», está claro que la autoestima será también baja y se estará poniendo un techo a mi propio desarrollo personal e intelectual, porque al pensar que no puedo lograrlo, ya tengo un paso hecho para que esto sea así.

Cuidemos, por tanto, las palabras que decimos a nuestros hijos pero también los pequeños comentarios que suponen comparar a unos niños con otros, y cuidemos, por supuesto, el lenguaje que utilizamos para referirnos a nosotros mismos.

Nuestros hijos valen mucho en afectos, en intelecto, en creatividad… y en todo lo que es difícil medir. Como ya he dicho otras veces, la labor más importante de los padres es que puedan desarrollar al máximo todas las capacidades de sus hijos y que ellos puedan decir «porque yo lo valgo». Todos somos un tesoro en multitud de facetas.

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