sábado, 7 de diciembre de 2013

«¡No quiero leer!»

Los niños a menudo dicen: «¡no quiero garbanzos!, ¡no quiero fruta!» o, como Mafalda, «¡no quiero sopa!». Cuando ellos dicen no, nosotros, los padres, actuamos en consecuencia: no hacemos nada que perjudique su salud. En algunas ocasiones, no ocurre lo mismo con la lectura y me encuentro,  sobre todo en el último ciclo de Primaria, alumnos con problemas de comprensión lectora, a los que tampoco les gusta leer. En estos casos, el problema se va complicando, porque hablamos de motivar y conseguir cambiar la motivación no es tarea fácil, por mucho esfuerzo que pongan los padres (y se pone mucho). Ante esto, como casi todo en la vida, es mejor prevenir, y esto se hace ya desde los primeros años de vida.

Hay que leer con los niños: leerles cuentos, que ellos los manejen y que nos vean leer. Igual que hacemos otras tareas con ellos, tendría que ser una actividad diaria más y hacerla lúdica, igual que lo hemos conseguido cuando se lavan los dientes o se bañan… Al final, los padres tenemos muchos recursos para que hagan lo que queremos y ellos, también, para divertirse. Por suerte, ahora tenemos unos aliados que son los dispositivos electrónicos. Casi ningún niño se resiste a las tablets, ordenadores… Nuestro objetivo es claro: que lean y que sean lectores competentes.
Cuando realizo las pruebas psicológicas que les paso a vuestros hijos, hay una prueba que repito de formas diferentes en todos los cursos que es la que evalúa su capacidad verbal (vocabulario, sinónimos, antónimos, analogías verbales, adivinanzas, compresión lectora…). Por muy buena que sean sus capacidades intelectuales, al final no aprovecharan al máximo su potencial intelectual porque no comprenderán lo que leen.

Aunque la importancia escolar de la lectura parece que está clara para todos, no podemos olvidarnos que el control de las emociones se realiza sabiendo poner nombre a las emociones que sentimos y, a veces, sólo saben decir que bien o mal, y no podemos ayudarles porque no le hemos puesto matices a todo lo que sienten (celos, enfado, tristeza, decepción, fracaso, alegría, emoción, sorpresa, solidaridad, amistad…). Su mundo es tan amplio como el nuestro: no se lo limitemos.

Quizá para estas Navidades, los Reyes Magos pueden traernos libros en sus muchas modalidades y que se ajusten tanto en gustos como en edades. La variedad es amplia y, que con los libros, los Reyes Magos nos traigan el propósito de buscar un ratito para una lectura pausada y feliz que nos sirva de relax a todos. Nos jugamos mucho.

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