miércoles, 14 de mayo de 2014

Educar en la victoria, educar en la derrota

Los que seguís este blog y sois padres del colegio Apóstol Santiago de Aranjuez sabéis que se han celebrado las olimpiadas escolares y, todos los años, observo actitudes que me hacen reflexionar como madre: veo como a mi hija le afecta todo lo que vive, aprende y escucha de las personas que la rodean. En estos días, sin darnos cuenta, todos nos convertimos en educadores, pero la responsabilidad principal sigue siendo nuestra, la de los padres.

No es sencillo educar en la victoria porque hay que enseñarles que:

  • No todo vale para ganar. La defensa del juego limpio es hoy en día más necesaria que nunca.
  • Es necesaria la humildad y reconocer que los demás también se han esforzado para ganar y que seguramente también se lo merecían.
  • Algún día llegará la derrota y tiene que estar preparados para asimilarla.
  • Sin esfuerzo y sin constancia la victoria y el éxito son efímeros.
  • Admitan los comentarios negativos que se les va a hacer por parte de sus compañeros, pero también por parte de algunos adultos, y esto lo digo con profunda tristeza. El que gana también necesita el reconocimiento y el alago sincero.

Por supuesto todos sabemos que educar en la derrota, que es lo que viven la mayoría de nuestros hijos, tampoco es sencillo. Hay que enseñarles que:

  • Lo que cuenta en la vida es la superación personal.
  • El que gana también se lo merece.
  • Siempre hay otra oportunidad, aunque sea dentro de un año.
  • Jugar en equipo es lo importante.
  • Una persona es la suma de todas sus capacidades y no sólo de unas cuantas.
  • El respeto a las personas es muy importante, aunque se hayan equivocado en alguna decisión arbitral, porque todos nos equivocamos. El error forma parte de la vida. 

Es verdad que, como en la vida misma, lo importante es participar, y también lo es que nuestros hijos vean y oigan esta idea. Lo que viven estos días es valioso, no sólo por el reconocimiento, la victoria, las medallas, etc.  sino porque al final lo que van a recordar son las actitudes y los valores que nosotros seamos capaces de transmitirles en estos días tras las olimpiadas.

Sus emociones son importantes pero no hay que amplificarlas. Debemos educar los sentimientos negativos: No podemos nosotros estar más tristes o enfadados que nuestros hijos, pero tampoco más eufóricos que ellos. Son sus logros o sus derrotas. Es su vida la que encauzamos, pero nosotros vivimos nuestra vida y ellos están aprendiendo a vivir la suya. Seamos para ellos buenos ejemplos.


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