viernes, 10 de octubre de 2014

Tolerancia a la frustración

Todos hemos vivido la experiencia de no poder con nuestro cuerpo, de que la rutina pueda con nosotros, de que vivimos una lucha diaria y nos acostamos agotados, puesto que la vida se ha vuelto cuesta arriba. En términos psicológicos que todos entendemos, nos sentimos frustrados y parece que nuestra vida pierde sentido.

Hasta aquí, podría ser un párrafo cuya opinión compartieran algunos de mis alumnos adolescentes de Secundaria. Pero hay un pero muy grande: que nosotros tenemos hijos a nuestro cargo, que necesitan comer, dormir o hacer deberes, mientras nosotros estamos como en standby. Esta realidad no mejora para nada nuestra frustración, más bien al contrario, parece que suma unos puntos más.

Por si esto fuera poco, vivimos una cultura en la que parece que siempre tenemos que estar pensando en positivo, y que la felicidad está a la vuelta de la esquina. Nos dicen que solo tenemos que cambiar nuestros esquemas mentales, pero pocas veces nos recuerdan que la falta de sueño, los cambios biológicos, en especial en las mujeres, las enfermedades, la falta de luz solar y otros factores también juegan un papel importante en este estado de ánimo.

Y aparece esta combinación de palabras que parece mágica: «tolerancia a la frustración», que no niega la realidad, puesto que en nuestra vida hay frustración y tenemos que aprender a vivir con ella. Como ya he recordado muchas veces, los primeros maestros de nuestros hijos somos nosotros los padres: si nosotros toleramos la frustración, ellos aprenderán a hacerlo. Os recuerdo algunas de las ideas que todos conocemos pero que no está de más que, de vez en cuando, nos las tomemos en serio.
  • No sobre-exigirse: Nadie hace todo al cien por cien bien, a veces ni siquiera una sola cosa.
  • Dedicar el tiempo a lo importante: Cuando «no podemos con nuestro cuerpo» es el  momento de elegir lo importante.  Perdonad el ejemplo, pero todos lo vamos a entender: Si durante unos días la casa está más sucia o más desordenada no va a pasar nada, pero sí puede pasar algo serio a nuestra salud física y mental si llevamos nuestro cuerpo y nuestra mente al límite de sus fuerzas.
  • Muchas veces nos han dicho que es bueno decir «no», hagámoslo más a menudo.
  • Desconexión tecnológica, ¡ya! Estamos saturados de mensajes de WhatsApp y de redes sociales. ¿Nos hemos parado a pensar cuánto tiempo dedicamos a estas actividades y, sobre todo, si este tiempo realmente nos reporta un bienestar emocional?
  • Relacionado con el punto anterior: Si nos rodeamos de críticas y malos modos que no solucionan ningún problema, acabaremos viendo y viviendo toda nuestra realidad desde la crítica destructiva.
Por suerte, en la vida hay momentos de bienestar y otros de frustración, y muchas veces suelen entremezclarse en nuestra existencia diaria. Pero si no es así, en los buenos momentos deberíamos ser humildes porque llegaran los malos, y en los malos recordar los buenos porque sin duda volverán.

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